Aquí outra perspectiva para coñecer Betanzos...
http://player.vimeo.com/video/28417538
"Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio." CHEJOV, Antón Pavlovich Narrador y dramaturgo ruso.
5 nov 2011
4 nov 2011
31 ago 2011
Martin Johnson Heade, o pintor das orquídeas.
Martin Johnson Heade, fillo maior do rico granxeiro Joseph Cowell Heed, naceu o 11 de agosto de 1819 en Lumberville, Pensilvania
En Brasil, Heade pintou os seus primeiros cadros que representaban colibrís e que estaban destinados a ilustrar "Las gemas del Brasil", libro de cromolitografías que se propoñía publicar. O ano siguiente, Pedro II, emperador de Brasil, concedeu a Heade a orde da Rosa. Heade volveu a Sudamérica entre 1866 e 1867 e fixo unha terceira viaxe en 1870.
Na década de 1860, Heade pintou moitas sinistras e obsesivas marinas, e en 1871 xa empezara a incluír orquídeas e flores de pasión nas súas pinturas de colibríes.
O pintor trasladouse a San Agustín, Florida, en 1883, onde casou.
As súas pinturas tardías, que representan lotos, magnolias e rosas, mostran a miúdo unha latente sensualidad.
Heade tamén volveu ós seus temas predilectos de esceas de pantanos, colibrís e orquídeas, e de feito non deixou de pintalos ata a súa morte, que acaeceu en San Agustín cando tiña oitenta e cinco anos.
11 ago 2011
3 ago 2011
Fractal
Lo que se ve son matemáticas en su más puro estado.
http://www.microsiervos.com/archivo/arte-y-diseno/viaje-fractal-mandelbox.html
http://www.microsiervos.com/archivo/arte-y-diseno/viaje-fractal-mandelbox.html
28 jul 2011
5 jul 2011
TRIBUNA: Los desafíos de la enseñanza pública SUSO DE TORO
Suso de Toro relata su regreso a la docencia tras abandonar la literatura profesional. La brecha digital, la desestructuración social reflejada en el alumnado o los ataques de la Xunta a la educación pública son algunos de los temas que trata
En estos últimos años, tanto el profesorado de forma individual como los centros de enseñanza en sí mismos han ido perdiendo autonomía. Cada vez están más constreñidos. Eso es bueno, malo o regular. Al tiempo, su profesión ha cambiado, de ser enseñantes a ser también administrativos.
La comunicación a través de Internet tiene innúmeras ventajas para los particulares y para la Administración, pero en la práctica en la educación también está abundando en un proceso de fondo: atar al enseñante. Recientemente el profesorado comprobó como el dogal digital servía para que la propia Administración les obligase a hacer un trabajo extra: el de la propia Administración. Tuvieron que actualizar cada uno sus propios datos, y quien no lo supiese hacer, que buscase ayudante. Se supone que la explicación es que la consellería no contrata el suficiente personal y traslada ese trabajo al profesorado.
Y eso sin contar la cantidad de trabajo administrativo que ha aparecido en estos años, el día a día de un profesor hoy tanto es pensar en la didáctica de sus asignaturas o en el trabajo de aula como en enviar los formularios, memorias, fichas, documentos de todo tipo a quien que se los requiere a través del correo electrónico: jefatura de estudios, dirección, inspección, consellería... Hoy es una estampa normal la de un docente confeccionando gráficos, hallando tantos por ciento, redactando informes, memorias y programaciones. El profesorado hoy vive entre siglas (RRI, CXT, PEC, CCP, PCPI, PDC, PT, AL, PES...). Esa cotidianeidad burocrática nació de las mejores intenciones, un afán de modernizar y mejorar la educación, y junto al peso de la burocracia dejó numerosas mejoras educativas: se aumentó el número de profesores, se redujo el número de alumnos por aula, se dotó de profesores de apoyo y de más medios a los centros... Esas mejoras, lo adelantado estos años, está siendo recortado ahora por la consellería con el paradójico argumento de que es por nuestro bien.
El papel tradicional del profesorado está cambiando. Los niños hoy llegan al aula sabiendo ya muchas cosas que antes aprendían en la escuela, pero ese caos de estímulos e informaciones, muchas veces deformadoras, tiene que ser ordenado, para que tenga sentido, y jerarquizado según los valores humanistas, para formar personas equilibradas y cívicas. Todo ese asunto de repartir ordenadores o "enseñar a aprender" tiene una parte de necesaria actualización de las tecnologías y tiene otra parte de puro mito, la panacea o bálsamo de Fierabrás y la magia potagia: por el fondo corre el deseo de que desaparezca el docente y el alumnado acceda asépticamente a la información. Detrás está la utopía de un mundo de consumidores desnortados, sin sentido, sin valores y a merced de quien controla la información.
Pero si la sociedad cuestiona la función actual del profesorado, ¿cuál es su función entonces? Además de escribir ficciones administrativas y de instruir como sabe al alumnado, la sociedad a través de los políticos les pide todo lo que falta en la vida de los alumnos. Y faltan muchas cosas. La vida de los niños de hoy no es fácil. Instituciones como la escuela no pueden sustituir al papel de los padres, madres, tíos o familia que los atienda. Tampoco es una vida fácil para muchos padres que quisieran poder atender más a sus hijos y no pueden, sus necesidades se juntan con las de otros padres quienes, simplemente, no quieren asumir sus obligaciones porque son vagos e irresponsables y en conjunto se le pide algo excesivo a los maestros. Un sabio proverbio africano advierte que para educar a un niño hace falta toda una tribu. Pues, señoras y señores, aquí ahora no hay tribu, ni siquiera familia muchas veces, y los profesores no pueden remediar un profundo problema social: el fracaso escolar es el nombre eufemístico que le damos al fracaso social. Alumnos que ven como se desprecia a los profesores en su casa, que no se les enseña a comportarse en los distintos lugares, que no respetan a sus propios padres y que no sólo no se les ha enseñado a obedecer (sí, obedecer) sino a creer que son el centro del mundo. A esos alumnos no hay profesor que les ayude.
Pero con ordenadores o sin ellos al fin la tarea del maestro, de la profesora, es dar. Efectivamente da valores y conocimientos todavía, el maestro establece un vínculo personal con su alumnado y si no existe ese vínculo no le puede dar nada. Más o menos, tiene que implicarse personalmente para cumplir su trabajo, por eso es nefasta la nueva cultura que se está extendiendo: "No te comprometas". "No te comprometas, no te metas en líos". Efectivamente cambió la cultura de alumno, y de padre, y eso afecta a la labor del docente.
En la escuela tradicional la violencia no sólo era el instrumento para imponer orden sino un valor ideológico en sí mismo, la violencia era el fundamento de todo el orden politico y social tras la Guerra Civil: mandaban los más fuertes, los poderosos, que eran los que merecían mandar. La continuación de la escuela era el servicio militar para los varones, donde acababa el proceso disciplinario para transformarlos en el tipo de súbditos que el régimen totalitario deseaba. La sociedad cambió mucho y en vez de súbditos obedientes y disciplinados ahora necesita consumidores caprichosos, y eso es lo que somos y lo que la sociedad forma. La violencia física del profesor al alumno, afortunadamente, hoy es una absoluta anomalía y en cambio se vive el extremo de que el enseñante no tiene en la práctica instrumentos para imponer orden al niño o al adolescente, que frecuentemente es violento. El maestro va siendo arrinconado entre el miedo a la sociedad y la Administración que no cesa de empujarlo. La Administración considera que los padres de los alumnos son posibles votantes, así que no quiere problemas y entre una familia de votantes y un trabajador público escoge a los votantes. Hoy el profesorado vive una experiencia nueva: el miedo. Viven con miedo dirigido hacia alumnos, padres, direcciones que se pliegan sumisas a la inspección, inspectores... Entre unas cosas y otras, un perfecto acoso: bocadillo de profesor.
En conjunto, la educación en estos años pasados ganó en profesionalidad y calidad, pero está perdiendo en dignidad a marchas forzadas: los profesores están siendo tratados como culpables de alguna cosa que no se dice, pero por la que se les persigue y se les somete a proceso.
La sociedad, especialmente los padres, debieran saber que en los últimos años han florecido numerosas experiencias educativas en los centros, en las bibliotecas, en las actividades extraescolares, en las propias aulas... gracias a que los profesores tuvieron tiempo y algo que nunca se les reconoce, vocación para entregar voluntariamente su tiempo fuera del horario escolar. Pero en Galicia vemos ahora como la consellería desfigura el ropaje de la educación, recortándole el traje lo deja harapiento, por un lado estira y baja bastas y por otro corta. Por un lado, estira horarios y funciones a los profesores incesantemente y aumenta el número de alumnos por aula. Por otro lado recorta el número de profesores y todos los avances educativos de los últimos años. Y ese traje sigue un patrón de moda, el de una derecha enemiga del patrimonio público: la crisis económica es la tapadera para realizar un ataque a la enseñanza pública. Que todo sigue un plan ideológico quedó muy claro desde el principio, cuando emprendieron el recorte de la presencia de la lengua gallega en la educación. El instrumento utilizado fue un referéndum entre los padres, como si la política de obligada protección a nuestra lengua fuese sólo decisión de los padres de alumnos en ese momento, que ese referéndum además estuviese amañado en todos los sentidos evidencia lo esencial: todo es mentira. Mienten. No pretenden proteger libertad lingüística alguna, pretenden acabar con nuestra lengua haciendo que lo que lo que es común y nos une nos divida. Y no pretenden ahora tampoco mejorar la calidad de la enseñanza, simplemente cortan y recortan la enseñanza pública favoreciendo a la privada. Esa cirugía a la enseñanza pública se realiza sobre su cuerpo: los profesores. Igual que el funcionariado es el cuerpo del Estado, los profesores son el cuerpo de la enseñanza, para poder desmontar el Estado social tienen que difamar a los funcionarios, para desmontar la educación pública al profesorado, para dejar desnudos a los trabajadores a los sindicatos... Y ahí está esa campaña en prensa: los profesores son vagos y se quejan por nada, tienen privilegios... Y no somos responsables como dicen que es el personal sanitario (eso quiere decir que le van a meter más tijera a la sanidad pública). Hacen un escarnio público para poner a la sociedad contra los educadores y pretenden utilizar a los padres, con sus legítimos intereses y necesidades, en contra suya.
El sarcasmo es que, igual que destruyendo los avances en la educación pública dicen que la mejoran, también tratan al profesorado como si fuesen niños, sin consultarle siquiera cambios que le afectan, y arrastran su imagen al tiempo que dicen querer protegerlo y darle autoridad. Ese título de "autoridad" que les otorga una ley en este contexto de difamaciones, falta de diálogo e imposiciones es como un risible cucurucho en la cabeza o el famoso pito del sereno. Es una burla de la que todos ríen. Si a alguien le preocupase de verdad la enseñanza pública, que es la que da igualdad de oportunidades a todos y el único dique contra la exclusión y la descomposición social, tendría que avergonzarse de lo que se le hace a un cuerpo de trabajadores públicos fundamental que se siente unánimemente humillado y maltratado. Eso es lo que expresan todos sus sindicatos, esos a los que ni han oído en ningún momento.
En estos últimos años, tanto el profesorado de forma individual como los centros de enseñanza en sí mismos han ido perdiendo autonomía. Cada vez están más constreñidos. Eso es bueno, malo o regular. Al tiempo, su profesión ha cambiado, de ser enseñantes a ser también administrativos.
La comunicación a través de Internet tiene innúmeras ventajas para los particulares y para la Administración, pero en la práctica en la educación también está abundando en un proceso de fondo: atar al enseñante. Recientemente el profesorado comprobó como el dogal digital servía para que la propia Administración les obligase a hacer un trabajo extra: el de la propia Administración. Tuvieron que actualizar cada uno sus propios datos, y quien no lo supiese hacer, que buscase ayudante. Se supone que la explicación es que la consellería no contrata el suficiente personal y traslada ese trabajo al profesorado.
Y eso sin contar la cantidad de trabajo administrativo que ha aparecido en estos años, el día a día de un profesor hoy tanto es pensar en la didáctica de sus asignaturas o en el trabajo de aula como en enviar los formularios, memorias, fichas, documentos de todo tipo a quien que se los requiere a través del correo electrónico: jefatura de estudios, dirección, inspección, consellería... Hoy es una estampa normal la de un docente confeccionando gráficos, hallando tantos por ciento, redactando informes, memorias y programaciones. El profesorado hoy vive entre siglas (RRI, CXT, PEC, CCP, PCPI, PDC, PT, AL, PES...). Esa cotidianeidad burocrática nació de las mejores intenciones, un afán de modernizar y mejorar la educación, y junto al peso de la burocracia dejó numerosas mejoras educativas: se aumentó el número de profesores, se redujo el número de alumnos por aula, se dotó de profesores de apoyo y de más medios a los centros... Esas mejoras, lo adelantado estos años, está siendo recortado ahora por la consellería con el paradójico argumento de que es por nuestro bien.
El papel tradicional del profesorado está cambiando. Los niños hoy llegan al aula sabiendo ya muchas cosas que antes aprendían en la escuela, pero ese caos de estímulos e informaciones, muchas veces deformadoras, tiene que ser ordenado, para que tenga sentido, y jerarquizado según los valores humanistas, para formar personas equilibradas y cívicas. Todo ese asunto de repartir ordenadores o "enseñar a aprender" tiene una parte de necesaria actualización de las tecnologías y tiene otra parte de puro mito, la panacea o bálsamo de Fierabrás y la magia potagia: por el fondo corre el deseo de que desaparezca el docente y el alumnado acceda asépticamente a la información. Detrás está la utopía de un mundo de consumidores desnortados, sin sentido, sin valores y a merced de quien controla la información.
Pero si la sociedad cuestiona la función actual del profesorado, ¿cuál es su función entonces? Además de escribir ficciones administrativas y de instruir como sabe al alumnado, la sociedad a través de los políticos les pide todo lo que falta en la vida de los alumnos. Y faltan muchas cosas. La vida de los niños de hoy no es fácil. Instituciones como la escuela no pueden sustituir al papel de los padres, madres, tíos o familia que los atienda. Tampoco es una vida fácil para muchos padres que quisieran poder atender más a sus hijos y no pueden, sus necesidades se juntan con las de otros padres quienes, simplemente, no quieren asumir sus obligaciones porque son vagos e irresponsables y en conjunto se le pide algo excesivo a los maestros. Un sabio proverbio africano advierte que para educar a un niño hace falta toda una tribu. Pues, señoras y señores, aquí ahora no hay tribu, ni siquiera familia muchas veces, y los profesores no pueden remediar un profundo problema social: el fracaso escolar es el nombre eufemístico que le damos al fracaso social. Alumnos que ven como se desprecia a los profesores en su casa, que no se les enseña a comportarse en los distintos lugares, que no respetan a sus propios padres y que no sólo no se les ha enseñado a obedecer (sí, obedecer) sino a creer que son el centro del mundo. A esos alumnos no hay profesor que les ayude.
Pero con ordenadores o sin ellos al fin la tarea del maestro, de la profesora, es dar. Efectivamente da valores y conocimientos todavía, el maestro establece un vínculo personal con su alumnado y si no existe ese vínculo no le puede dar nada. Más o menos, tiene que implicarse personalmente para cumplir su trabajo, por eso es nefasta la nueva cultura que se está extendiendo: "No te comprometas". "No te comprometas, no te metas en líos". Efectivamente cambió la cultura de alumno, y de padre, y eso afecta a la labor del docente.
En la escuela tradicional la violencia no sólo era el instrumento para imponer orden sino un valor ideológico en sí mismo, la violencia era el fundamento de todo el orden politico y social tras la Guerra Civil: mandaban los más fuertes, los poderosos, que eran los que merecían mandar. La continuación de la escuela era el servicio militar para los varones, donde acababa el proceso disciplinario para transformarlos en el tipo de súbditos que el régimen totalitario deseaba. La sociedad cambió mucho y en vez de súbditos obedientes y disciplinados ahora necesita consumidores caprichosos, y eso es lo que somos y lo que la sociedad forma. La violencia física del profesor al alumno, afortunadamente, hoy es una absoluta anomalía y en cambio se vive el extremo de que el enseñante no tiene en la práctica instrumentos para imponer orden al niño o al adolescente, que frecuentemente es violento. El maestro va siendo arrinconado entre el miedo a la sociedad y la Administración que no cesa de empujarlo. La Administración considera que los padres de los alumnos son posibles votantes, así que no quiere problemas y entre una familia de votantes y un trabajador público escoge a los votantes. Hoy el profesorado vive una experiencia nueva: el miedo. Viven con miedo dirigido hacia alumnos, padres, direcciones que se pliegan sumisas a la inspección, inspectores... Entre unas cosas y otras, un perfecto acoso: bocadillo de profesor.
En conjunto, la educación en estos años pasados ganó en profesionalidad y calidad, pero está perdiendo en dignidad a marchas forzadas: los profesores están siendo tratados como culpables de alguna cosa que no se dice, pero por la que se les persigue y se les somete a proceso.
La sociedad, especialmente los padres, debieran saber que en los últimos años han florecido numerosas experiencias educativas en los centros, en las bibliotecas, en las actividades extraescolares, en las propias aulas... gracias a que los profesores tuvieron tiempo y algo que nunca se les reconoce, vocación para entregar voluntariamente su tiempo fuera del horario escolar. Pero en Galicia vemos ahora como la consellería desfigura el ropaje de la educación, recortándole el traje lo deja harapiento, por un lado estira y baja bastas y por otro corta. Por un lado, estira horarios y funciones a los profesores incesantemente y aumenta el número de alumnos por aula. Por otro lado recorta el número de profesores y todos los avances educativos de los últimos años. Y ese traje sigue un patrón de moda, el de una derecha enemiga del patrimonio público: la crisis económica es la tapadera para realizar un ataque a la enseñanza pública. Que todo sigue un plan ideológico quedó muy claro desde el principio, cuando emprendieron el recorte de la presencia de la lengua gallega en la educación. El instrumento utilizado fue un referéndum entre los padres, como si la política de obligada protección a nuestra lengua fuese sólo decisión de los padres de alumnos en ese momento, que ese referéndum además estuviese amañado en todos los sentidos evidencia lo esencial: todo es mentira. Mienten. No pretenden proteger libertad lingüística alguna, pretenden acabar con nuestra lengua haciendo que lo que lo que es común y nos une nos divida. Y no pretenden ahora tampoco mejorar la calidad de la enseñanza, simplemente cortan y recortan la enseñanza pública favoreciendo a la privada. Esa cirugía a la enseñanza pública se realiza sobre su cuerpo: los profesores. Igual que el funcionariado es el cuerpo del Estado, los profesores son el cuerpo de la enseñanza, para poder desmontar el Estado social tienen que difamar a los funcionarios, para desmontar la educación pública al profesorado, para dejar desnudos a los trabajadores a los sindicatos... Y ahí está esa campaña en prensa: los profesores son vagos y se quejan por nada, tienen privilegios... Y no somos responsables como dicen que es el personal sanitario (eso quiere decir que le van a meter más tijera a la sanidad pública). Hacen un escarnio público para poner a la sociedad contra los educadores y pretenden utilizar a los padres, con sus legítimos intereses y necesidades, en contra suya.
El sarcasmo es que, igual que destruyendo los avances en la educación pública dicen que la mejoran, también tratan al profesorado como si fuesen niños, sin consultarle siquiera cambios que le afectan, y arrastran su imagen al tiempo que dicen querer protegerlo y darle autoridad. Ese título de "autoridad" que les otorga una ley en este contexto de difamaciones, falta de diálogo e imposiciones es como un risible cucurucho en la cabeza o el famoso pito del sereno. Es una burla de la que todos ríen. Si a alguien le preocupase de verdad la enseñanza pública, que es la que da igualdad de oportunidades a todos y el único dique contra la exclusión y la descomposición social, tendría que avergonzarse de lo que se le hace a un cuerpo de trabajadores públicos fundamental que se siente unánimemente humillado y maltratado. Eso es lo que expresan todos sus sindicatos, esos a los que ni han oído en ningún momento.
Etiquetas:
educación,
opinion,
suso de toro
3 jul 2011
21 jun 2011
Ferramentas para crear
Neste enlace podedes atopar unha recopilación de ferramentas de diferentes tipos para crear materiais educativos:
http://www.humanodigital.com.ar/150-herramientas-gratuitas-para-crear-materiales-educativos-con-tics/
http://www.humanodigital.com.ar/150-herramientas-gratuitas-para-crear-materiales-educativos-con-tics/
12 jun 2011
El plan Tic ( o Tac)
Jordi Adell
(...)
Yo soy el primero en reconocer que llevo mal las exigencias de la planificación meticulosa, el seguimiento de proyectos con indicadores cuantificables y demás zarandajas de moda en esta época tan ISO. Son un fastidio… sobre todo cuando se convierten en un paripé en el que no se analiza lo importante, sino lo fácil de medir. A un pavo de AENOR que vino el año pasado a ver nuestro plan estratégico y que nos dijo que éramos “poco ambiciosos” porque no planteábamos un incremento en los indicadores le dije cuatro veces seguidas que qué parte de “reducción del 20% del presupuesto” no entendía y que hacer lo mismo con un 20% menos de presupuesto era desde mi perspectiva un “gran ejercicio de imaginación” y que, en realidad, “eramos sumamente ambiciosos”. Nos sugirió que propusiéramos otros indicadores que pudieran aumentar con menos presupuesto, a lo que yo le pregunté si nos estaba sugiriendo que propusiéramos indicadores irrelevantes. “Antes muerto que patrás”. En fin. Que no soy muy amigo de la gestión “científica”, ni de todo el rollo ese de la “calidad” (“¿por qué la llaman calidad cuando quieren decir control?”, como dijo mi amigo Javier), ni de los expertos en nada que te dicen cómo “gestionarlo” todo. Para mandar hay que saber del tema, no solo saber “mandar”. ¿Me explico? Es más, en las escuelas ya hay demasiado papeleo. Incluso existe una figura en educación dedicada exclusivamente a “pedir los papeles”: los inspectores (lo siento por los buenos/as, que los hay, pero, como colectivo, la mala fama entre el profesorado se la han ganado a pulso todos estos años).
Pero a pesar de todo, creo que un plan TIC es necesario. Y no lo es como objeto o cosa, sino como proceso. El plan es el resultado de “vamos a hablar todos un poco sobre qué vamos a hacer con todos estos ordenadores que nos han mandado, qué necesitamos y cómo podemos saber si lo estamos consiguiendo”. Eso es un plan TIC: ponernos más o menos de acuerdo todos sobre qué vamos a hacer con las TIC en el cole para remar en la misma dirección y que nadie se quede en tierra. Empezaremos por averiguar dónde estamos y luego definir dónde queremos llegar. Es evidente que si no sabemos dónde vamos podemos terminar en cualquier sitio. Naturalmente hace falta conocer bien las TIC y saber qué se puede hacer con ellas. Y estar dispuesto a cambiar prácticas. Si no, el plan no hace ninguna falta.
(...)
(...)
Yo soy el primero en reconocer que llevo mal las exigencias de la planificación meticulosa, el seguimiento de proyectos con indicadores cuantificables y demás zarandajas de moda en esta época tan ISO. Son un fastidio… sobre todo cuando se convierten en un paripé en el que no se analiza lo importante, sino lo fácil de medir. A un pavo de AENOR que vino el año pasado a ver nuestro plan estratégico y que nos dijo que éramos “poco ambiciosos” porque no planteábamos un incremento en los indicadores le dije cuatro veces seguidas que qué parte de “reducción del 20% del presupuesto” no entendía y que hacer lo mismo con un 20% menos de presupuesto era desde mi perspectiva un “gran ejercicio de imaginación” y que, en realidad, “eramos sumamente ambiciosos”. Nos sugirió que propusiéramos otros indicadores que pudieran aumentar con menos presupuesto, a lo que yo le pregunté si nos estaba sugiriendo que propusiéramos indicadores irrelevantes. “Antes muerto que patrás”. En fin. Que no soy muy amigo de la gestión “científica”, ni de todo el rollo ese de la “calidad” (“¿por qué la llaman calidad cuando quieren decir control?”, como dijo mi amigo Javier), ni de los expertos en nada que te dicen cómo “gestionarlo” todo. Para mandar hay que saber del tema, no solo saber “mandar”. ¿Me explico? Es más, en las escuelas ya hay demasiado papeleo. Incluso existe una figura en educación dedicada exclusivamente a “pedir los papeles”: los inspectores (lo siento por los buenos/as, que los hay, pero, como colectivo, la mala fama entre el profesorado se la han ganado a pulso todos estos años).
Pero a pesar de todo, creo que un plan TIC es necesario. Y no lo es como objeto o cosa, sino como proceso. El plan es el resultado de “vamos a hablar todos un poco sobre qué vamos a hacer con todos estos ordenadores que nos han mandado, qué necesitamos y cómo podemos saber si lo estamos consiguiendo”. Eso es un plan TIC: ponernos más o menos de acuerdo todos sobre qué vamos a hacer con las TIC en el cole para remar en la misma dirección y que nadie se quede en tierra. Empezaremos por averiguar dónde estamos y luego definir dónde queremos llegar. Es evidente que si no sabemos dónde vamos podemos terminar en cualquier sitio. Naturalmente hace falta conocer bien las TIC y saber qué se puede hacer con ellas. Y estar dispuesto a cambiar prácticas. Si no, el plan no hace ninguna falta.
(...)
25 may 2011
Louis Aston Knight
Louis Aston Knight (1873 - 1948) fue un artista Americano, frances de nacimiento, conocido por sus cuadros de paisajes. Uno de sus cuadros, One of his paintings, The Afterglow- fue comprado por el Presidente Americano Warren G. Harding en 1922 para colgarlo en la Casa Blanca. Aston Knight, hijo de Daniel Ridgway Knight, nació en Paris en 1873.
Picando na imaxe iredes a un vídeo que recolle parte da súa obra.
1 may 2011
Eric Joisel, el "Giacometti" del papel.
El origami es el arte tradicional japonés de plegado de papel cuya dificultad añadida consiste en hacer las figuras con el mismo trozo de papel, sin cortarlo ni unirlo con cola. El francés Eric Joisel era uno de los grandes maestros de la actualidad. Nacido en 1956, era también escultor. A los 17 años se había adentrado de lleno en el dibujo y la escultura, en los 80 descubrió el origami moderno -su vocación- y a mediados de los 90 deslumbraba al mundo de la papiroflexia con su increíble destreza. Sus obras, piezas tridimensionales y realistas, algunas de gran tamaño y complejidad, podían llevarle hasta 100 horas de trabajo, y su precio se ha multiplicado desde que falleció, en octubre pasado, a causa de un cáncer de pulmón. Queda su delicado arte.
http://www.ericjoisel.com/
http://www.ericjoisel.com/
9 abr 2011
8 abr 2011
21 mar 2011
Xapón: antes e despois
Hoxe no meu correo atopei un enlace a está páxina. Aquí podemos ver os efectos do terremoto e o tsunami nas costas xaponesas. Pica sobre o mapa.
20 feb 2011
25 ene 2011
Pésame por D. Serafín Caamaño Cernadas
Non era de Bergondo, e nestes últimos anos, nin tan sequera vivía en Bergondo, pero imos botar moito de menos ó noso párroco, sempre disposto a axudarnos tanto no espiritual coma no terrenal. Sei de seguro que coidará de todos nós desde un bo sitio no ceo. D.E.P.
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