19 mar 2010

¡Qué horror!... hablar con un contestador

  Ayer cuando me puesa a escribir esta columna, llovía con una cierta intensidad y estalló la caja de fusibles del edificio. Al quedarme sin electricidad, dicidí llamar a la compañía suministradora.
  Marqué el número de 7 cifras de la suministradora, seguidamente escuché el tono y a continuación pude oír una espléndida voz femenina. Le di educadamente los buenos días, pero la señora no me hizo el menor caso y comenzó a darme amables órdenes: "Si usted es usuario pulse el 1." Obediente que soy, hice caso a la instrucción y pulsé la tecla  1 y, ¡oh, sorpresa!, la voz dictadora empezó a darme nuevas instrucciones... "Si su consulta es sobre su última factura, pulse 1, si no..." Me descontrolé. Hablaba con esa voz y ella erre con erre: "Si quiere que le atendamos en otomano... pulse la tecla 2.389." Abandoné mi objetivo telefónico y me fui acompañado de mi portátil a tomar un café al bar de la esquina. Mientras lo saboreaba, escribí un correo electrónico a mi compañía de electricidad, sugiriendo un nuevo guión para el programa que amablemente repetiría la voz imperativa, sin hacer caso al interlocutor, hasta hacerle perder la paciencia:
  Gracias por llamar a nuestra empresa.
- Si usted es obsesivo-compulsivo, pulse repetidamente el número 0.
- Si usted es codependiente, pídale a alguien que pulse el número 1 por usted.
- Si usted tiene múltiples personalidades, pulse el 2, 3, y 4.
- Si usted sufre alucinaciones, pulse el 5 en ese teléfono gigante de colores que usted y sólo usted ve a su derecha.
- Si usted es esquizofrénico, escuche cuidadosamente... y oirá una débil voz interior que le indicará qué número pulsar.
- Si usted es depresivo, no importa qué número marque... Nada conseguirá sacarlo de su lamentable situación.
- Si usted sufre de indecisión, deje su mensaje después de... escuchar el tono...o antes del tono.... o después del tono... o durante el tono...
- Si tiene la autoestima baja, por favor, cuelgue. Todos nuestros operadores están atendiendo a personas más importantes que usted.
  Pulsé la tecla enviar. Acabé el café. Cerré mi ordenador y pensé: ¡qué divertidos puden ser los números!

¡Qué pesadilla de números!
Luis Segarra (profesor de Matemáticas)
Cuadernos de Pedagogía, febrero de 2010

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